Sitio de Numancia
Pasaje de la Historia sobre Sitio de Numancia del programa la Rosa de los Vientos narrado por Juan Antonio Cebrían.
El sometimiento de los pueblos de la península al Imperio romano tenía sus excepciones. Pueblos como los arévacos, vacceos, tittos, bellos o lusitanos opusieron una heroica resistencia en una fase intermedia de la conquista, y ciudades como Numancia y Termancia (Tiermes) llegaron a mandar a Roma embajadas para tratar con el Senado romano. El cónsul Quinto Cecilio Metelo Macedónico, que había conquistado y sometido gran parte de la península, ocupó gran parte de las ciudades de los arévacos, vacceos y pelendones, pero se le resistieron Numancia y Termancia. Fue sustituido por Quinto Pompeyo Aulo, quien llegó celoso de la gloria de Servilio Cepión por poner término a la insurrección acaudillada por Viriato. Pero fracasó rotundamente al intentar someter a las dos ciudades celtíberas.
El año 153 a. C., los habitantes de Segeda, capital de los Belos, cuyo nombre en celtíbero era Sekaiza, dilataba el envío de soldados para servir en el ejército romano, se negaba a pagar impuestos al tiempo que ampliaba las fortificaciones, iniciando la construcción de una nueva muralla. El Senado mandó al cónsul Fulvio Nobilior con un numeroso ejército de 30.000 soldados; el hecho de que se empleara un contingente tan grande hace pensar que se buscaba un objetivo más importante que el de castigar a la pequeña ciudad. La llegada de este gran ejército obligó a los segedenses a abandonar sus casas y sus pertenencias y a refugiarse en territorio de los arévacos, a los que pidieron que mediaran en el conflicto, lo cual no dio ningún resultado. Así, los arévacos se aliaron con los segedenses y, con el caudillo segedense Caro como jefe, se enfrentaron a las tropas romanas, derrotándolas y ocasionando más de 6.000 bajas entre los romanos, pero también la muerte del mismo Caro.
En aquel entonces, Numancia contaba con una sólida muralla de protección y con un ejército de unos 20.000 soldados a pie y 5.000 jinetes, cifra que fue descendiendo a medida que las Guerras Celtíberas avanzaban (8.000 en el 143 a. C. y 4.000 en el 137 a. C.), debido a que Roma fue controlando más territorios y, por tanto, existían menos posibilidades de reclutar defensores en las regiones contiguas. Fulvio Nobilior empezó entonces el asedio a la ciudad, para lo que levantó un campamento. Al poco el rey númida Masinisa, aliado de Roma, le envió refuerzos, entre los que destacaban 10 elefantes, lo que hizo que Nobilior iniciara el ataque a la ciudad.