Julio César vs Vercingetorix
Pasaje de la Historia sobre Julio César vs Vercingetorix del programa la Rosa de los Vientos narrado por Juan Antonio Cebrían.
Tras un año difícil como cónsul, César recibió poderes proconsulares para gobernar las provincias de Galia Transalpina (actualmente el sur de Francia) e Iliria (la costa de Dalmacia) durante cinco años, gracias al apoyo de los otros dos miembros del triunvirato, que cumplieron con la palabra dada. A estas dos provincias se añadió la Galia Cisalpina tras la muerte inesperada de su gobernador, Quinto Cecilio Metelo Céler. Eran unas provincias muy buenas para alguien que, como César, y siguiendo la típica mentalidad del procónsul romano, no tenía intenciones de gobernar pacíficamente, pues estaba necesitado de bienes para pagar las fabulosas sumas que adeudaba. El Mundo Romano antes de la Guerra de las Galias.
La oportunidad se le presentó mediante una teórica amenaza de los helvecios, que pensaban emigrar al oeste de las Galias. Decidido a impedirlo y con la excusa política de que se acercarían demasiado a la provincia de la Galia Cisalpina —los helvecios querían instalarse en pago Santón, al norte de la Aquitania— reclutó tropas e inició las operaciones bélicas que, a la postre, darían lugar a lo que más tarde se denominó Guerra de las Galias (58 a. C. - 49 a. C.), en la que conquistó la llamada Galia Comata o Galia melenuda (actualmente Francia, Holanda, Suiza y partes de Bélgica y Alemania), en varias campañas.
César hizo una demostración de fuerza construyendo por dos veces un puente sobre el Rin e invadiendo en dos ocasiones Germania sin intención de conquistarla, e hizo otro alarde de fortaleza cruzando el Canal de la Mancha también por dos veces hacia las Islas Británicas, si bien es cierto que estas dos incursiones tenían un sentido más estratégico que colonial. Entre sus legados (comandantes de legión) se contaban sus primos Lucio Julio César y Marco Antonio, Marco Licinio Craso, hijo de su compañero de triunvirato, así como Tito Labieno, cliente de Pompeyo, y Quinto Tulio Cicerón, el hermano más joven de Marco Tulio Cicerón, todos hombres que habrían de ser personajes importantes en los años siguientes. En materia de tácticas, Julio César usó con gran resultado lo que se conoció como celeritas caesaris, o «rapidez cesariana» (que puede comparase, salvando las distancias, a la denominada guerra relámpago del siglo XX), aparte de su genio militar tanto en batallas campales como en asedio de ciudades. Además, supo conjugar sabiamente la fuerza, la diplomacia y el manejo de las rencillas internas de las tribus galas, para separarlas y vencerlas.
El puente de César sobre el Rin. Cuadro de John Soane, 1814. César derrotó a pueblos como los helvecios en 58 a. C., a la confederación belga y a los nervios en 57 a. C. y a los vénetos en 56 a. C. Finalmente, en 52 a. C., César venció a una confederación de tribus galas lideradas por Vercingétorix en la batalla de Alesia. Sus crónicas personales de la campaña están registradas en sus Comentarios a la Guerra de las Galias (De Bello Gallico). De acuerdo con Plutarco, la guerra se cerró con un balance de 800 ciudades tomadas (como la de Avarico, en la cual, de los 40.000 defensores, solo quedaron 800), 300 tribus sometidas, un millón de galos reducidos a la esclavitud y otros tres millones muertos en los campos de batalla. Plinio habla de 1.192.000 muertos y más o menos los mismos prisioneros y Veleyo Patérculo dice que murieron 400.000 galos y muchos más fueron tomados prisioneros, aunque las cifras de los antiguos historiadores deben tomarse con mucha precaución, incluidas las del propio Julio César.
Utilizó en varias ocasiones la táctica de sorprender al enemigo apareciendo ante él como por ensalmo y, a despecho de los días de marcha, hacía que sus soldados se enfrentasen directamente con el adversario, pese a que éste consideraba que el cansancio invalidaría el empuje de sus legiones. Fue igualmente brillante en los asedios de ciudades, llegando al culmen en el sitio de Alesia, en donde ordenó construir una doble línea de fortificaciones de varios kilómetros de extensión, para blindarse frente a los casi trescientos mil galos que intentaban ayudar a los ochenta mil soldados de Vercingetórix asediados, a los que César tenía acosados dentro de la plaza fuerte. César, con menos de cincuenta mil efectivos correspondientes a diez legiones nunca completas tras ocho años de guerras en las Galias, venció a unos y a otros en la misma batalla en la que se decidió el destino de los galos.