Catalina II, la Grande vs Pedro III de Rusia

Edad Moderna - 1729 DC

Pasaje de la Historia sobre Catalina II, la Grande vs Pedro III de Rusia del programa la Rosa de los Vientos narrado por Juan Antonio Cebrían.

Catalina II de Rusia, llamada la Grande (Ekaterina Alekséyevna, en ruso: Екатерина Великая; Szczecin (Stettin), Pomerania,1 actualmente Polonia, 2 de mayo de 1729 - San Petersburgo, Imperio ruso, 17 de noviembre de 1796 según el calendario gregoriano) fue emperatriz de Rusia durante 34 años, desde el 28 de junio de 1762 hasta su muerte, a sus 67 años.

 

El padre de Catalina, Christian Augusto, príncipe de Anhalt-Zerbst, era un general prusiano que ejercía de Gobernador de la ciudad de Stettin en nombre del rey de Prusia. Aunque nació como Sofía Federica Augusta (Sophie Friederike Auguste von Anhalt-Zerbst, apodada "Figchen"), una princesa alemana de menor rango, Catalina tenía una remota ascendencia sueca en Carlos IX. De acuerdo con la costumbre imperante entonces entre la nobleza alemana, su educación fue impartida principalmente por tutores franceses. La elección de Sofía como la futura esposa del zar (Pedro de Holstein-Gottorp) se debió a la gestión diplomática entre el conde Lestocq y Federico II de Prusia. Ambos querían fortalecer la amistad entre Prusia y Rusia para debilitar la influencia de Austria y arruinar al canciller Alekséi Bestúzhev-Ryumin, consejero de la zarina Isabel, y que era un conocido partidario de la alianza ruso-austríaca. Además a la emperatriz le gustaba esa familia, ya que ella había estado prometida al tío de Sofía, hermano de su madre, Carlos Augusto de Holstein-Gottorp, que había muerto de viruela en 1727 antes de que la boda se llevase a cabo. La intriga diplomática fracasó, en gran medida debido a la intervención de la madre de Sofía, Juana Isabel de Holstein-Gottorp, una inteligente y ambiciosa mujer. La imagen histórica de la madre de Catalina ha quedado como la de una mujer emocionalmente fría, así como una trepadora social que amó las intrigas y los chismes de la corte. Juana estaba tan cegada por la ambición de convertir a su hija en emperatriz de Rusia, que logró enfurecer a la emperatriz Isabel y la obligó a salir del país acusándola de espiar para el rey de Prusia. No obstante, a Isabel siempre le gustó la hija, y finalmente el matrimonio se celebró en 1745.