Alejandro Magno vs Darío III

Edad Antigua AC - 356 AC

Pasaje de la Historia sobre Alejandro Magno vs Darío III del programa la Rosa de los Vientos narrado por Juan Antonio Cebrían.

En el año 331 a. C., el ejército macedonio invadió Persia entrando fácilmente a Susa, la vieja capital de Darío I, mientras que el derrotado Darío III huía hacia el interior del territorio persa en busca de fuerzas leales para enfrentar nuevamente a Alejandro. Alejandro procedió cuidadosamente ocupando las ciudades, apoderándose de los caudales persas y asegurando las líneas de abastecimiento. Desde Susa pasó a Persépolis, capital ceremonial del Imperio Aqueménida, donde quemó el palacio de la ciudad durante una fiesta.

Después se dirigieron hacia Ecbatana para perseguir a Darío. Lo encontraron asesinado por sus nobles, que ahora obedecían a Bessos. Alejandro honró a su otrora rival y enemigo y prometió perseguir a sus asesinos. Los extranjeros que vivían en Persia se sintieron identificados con Alejandro y se comprometieron con él para venerarle como nuevo gobernante. En su idea de conquista también estaba la de querer globalizar su Imperio mezclando distintas razas y culturas.

Los sátrapas en su mayoría conservaron sus puestos, aunque supervisados por un oficial macedonio que controlaba las fuerzas armadas. En el 330 a. C. Filotas, hijo de Parmenión, fue acusado de conspirar contra Alejandro y asesinado junto con su padre (por temor a que éste se rebelara al enterarse de la noticia). Asimismo, el primo de Alejandro, Amintas(Hijo de Pérdicas III), fue ejecutado por intentar pactar con los persas para convertirse en el nuevo rey (de hecho, era el legítimo sucesor al trono macedonio).

Tiempo después hubo una nueva conjura contra Alejandro, ideada por sus pajes, la cual tampoco logró su objetivo. Tras esto, Calístenes (quien hasta ese momento había sido el encargado de redactar la historia de las travesías de Alejandro) fue considerado como impulsor de este complot, por lo que fue condenado a muerte. Sin embargo, él se quitó antes la vida. Uno de sus generales más queridos del último ejército legado por su padre fue Clito, apodado «El Negro», al que Alejandro nombraría antes de este incidente sátrapa de Bactriana. Alejandro, adoptando la costumbre persa de la proskynesis, pretendió ser adorado como un dios.

En un banquete, su amigo Clito, cansado de tantas lisonjas y de oír cómo Alejandro se proclamaba mejor que su padre Filipo, le dijo indignado: «Toda la gloria que posees es gracias a tu padre»; incorporándose volvió a gritarle: «Sin mí, hubieras perecido en el Gránico.» Alejandro, que estaba ebrio, buscó su espada, pero uno de los guardias la ocultó. Clito fue sacado del lugar por varios amigos, pero regresó por otra puerta, y mirando fijamente al conquistador, repitió un verso de Eurípides: «Qué perversa costumbre han introducido los griegos.» Alejandro arrebató una lanza a uno de los guardias y mató a Clito, que se desplomó en medio del estupor de los presentes. Arrepentido del crimen, pasó 3 días encerrado en su tienda y algunos afirman que hasta trató de suicidarse a consecuencia de la muerte de su amigo.