Viriato vs Cepión 1
Pasaje de la Historia sobre Viriato vs Cepión 1 del programa la Rosa de los Vientos narrado por Juan Antonio Cebrían.
Según Apiano a los asesinos de Viriato —los ursonenses Audax, Ditalcos y Minuros— Cepión les prometió la entrega de grandes riquezas, ventajas personales y tierras una vez perpetrado el crimen. Se contempla tanto la opción de que la iniciativa del asesinato partiera inicialmente de estos tres como la de que proviniera de Cepión, quien les habría sobornado tras acudir estos en calidad de embajadores, sin mala fe. Este hecho tendría lugar en el 139 o el 138 a. C. La leyenda cuenta que, al volver a su campamento después de la reunión con Cepión, estos lo mataron mientras dormía, clavándole un puñal en el cuello, puesto que Viriato siempre dormiría con la armadura puesta. A continuación estos marcharon al campamento romano a cobrar la recompensa, donde Quinto Servilio Cepión les habría negado esta con la frase: «Roma traditoribus non praemiat», esto es, «Roma no paga a traidores».
La historiografía posterior admite la posibilidad de que esta frase fuera una invención posterior. De cualquier modo transmite la idea de la versión tradicional que sostiene que los romanos nunca habían aprobado la muerte de un jefe rival a manos de sus propios hombres. También es posible que esta versión sobre la reacción de Roma ante el crimen fuera posterior y la República romana quisiera ocultar el hecho de ser responsable de tal traicionero asesinato.
Tras su muerte recibió por parte del ejército lusitano un magnífico funeral, en el que fue incinerado, con la realización de distintos sacrificios animales y más de doscientos combates en honor del fallecido. Este funeral fue significativo del gran carisma del guerrero entre sus soldados, pues bajo su liderazgo no hubo motines ni disensiones en el seno de su ejército.
El poeta Federico Muelas sitúa —legendariamente— la tumba de Viriato sobre el Tormo Alto, una de las figuras de piedra caliza de la Ciudad Encantada de Cuenca.14 La muerte de Viriato supuso el comienzo del fin de la resistencia lusitana en Hispania. Táutalo, el sucesor de Viriato, tras intentar tomar Saguntum en el 139 a. C. —ataque que fue rechazado— e invadir el valle del Betis, se vio obligado a firmar la paz con Cepión. Finalmente el cónsul Marco Popilio Laenas entregó a los lusitanos las tierras que habían sido la causa de la larga guerra. Sin embargo, la pacificación total sólo se logró en tiempos de Augusto, puesto que surgieron a lo largo de lo que restaba del siglo II a.C. distintos focos de rebelión lusitana.